La batalla de Cannas I: contexto

 Me salgo una vez más de la temática del blog porque pienso que tengo algo nuevo que aportar en este tema. Creo que tanto si no conoces qué fue Cannas como si lo conoces de sobra, te puede resultar interesante leer este artículo. En el primer caso, porque vas a aprender sobre el evento militar más famoso, analizado y debatido de la historia. Desde hace 2200 años, generación tras generación se ha analizado lo sucedido en la llanura de Cannas y se ha tenido como referencia, tanto como paradigma militar como político. En caso de que ya conozcas lo que sucedió en Cannas, quiero dar una visión distinta a todas las que he leído hasta ahora y creo que, estés de acuerdo o no con lo que voy a escribir, te servirá de reflexión.

Empecemos primero con dar un poco de contexto hablando de Aníbal Barca y su expedición militar contra Roma. 

Contexto y antecedentes


Estamos en el año 218 antes de Cristo y Aníbal Barca, comandante en jefe del ejército Cartaginés en Hispania sale desde Cartago Nova, actual Cartagena, hacia Italia para derrotar militarmente a la República Romana.

Se me haría una entrada muy larga si analizara las causas y los eventos que llevaron a la declaración de guerra, pero debes saber al menos que esta acción militar inicia lo que se ha llamado la Segunda Guerra Púnica. En la primera, sucedida unos años antes, Roma y Cartago lucharon por el control de la isla de Sicilia, ganando Roma. Aníbal, hijo de uno de los comandantes cartagineses de la anterior guerra, arruinó el status quo entre ambas naciones surgido del anterior conflicto hasta dar a los romanos una razón de peso para tener que declarar la guerra. A todas luces Aníbal desde Hispania provocó una guerra que Roma y Cartago no querían, pero a la que tampoco les disgustó inicialmente ir. La razón de peso con la que Aníbal consiguió que Roma quisiera entrar en guerra fue la conquista de la ciudad de Sagunto, aliada hasta entonces de Roma. Esta segunda guerra sería mucho más amplia que la primera y ambos bandos lucharon por algo mucho más importante que Sicilia: la hegemonía en el Mediterráneo occidental y su propia supervivencia.  

El caso es que Aníbal salió desde Cartago Nova hacia Italia con un ejército de decenas de miles de soldados, compuesto fundamentalmente por hispanos que había reclutado entre muchas de las tribus de la zona controlada por Cartago. También llevaba unos pocos elefantes que había mandado traer de África, que suele ser un detalle muy conocido de esta historia. Por pintoresco que haya parecido durante milenios imaginar elefantes cruzando Europa, esos paquidermos no tuvieron ninguna relevancia en la guerra. De hecho murieron todos menos uno durante el viaje, antes de que Aníbal llegara a la llanura del Po. 

El ejército púnico (cartaginés) cruzó los Pirineos y después los Alpes, lo que por sí ya es una hazaña impresionante para la época. Durante este viaje Aníbal perdió por deserción parte de sus tropas, pero consiguió en parte remplazarlas con nuevos soldados que fue incorporando por el camino, especialmente entre los galos del norte de Italia. Otra cosa que perdió Anibal fue un ojo. Al parecer por una infección en una zona pantanosa de Italia. Por eso le verás caracterizado muchas veces con un parche que le tapa esa zona.

Me he saltado las primeras escaramuzas de su ejército por lo que hoy es Francia y voy a pasar muy deprisa por los primeros enfrentamientos serios de Anibal con Roma. Para lo que nos interesa, al llegar a la llanura del Po, venció a un gran ejército romano en la batalla de Trebia. Para conseguir la victoria se ayudó de un engaño: ocultó parte de su ejército a la vista de los romanos y en el momento clave de la batalla aparecieron por detrás de las filas enemigas. 

Roma no se amilanó y volvió a reclutar un gran ejército para terminar con Anibal que también fue derrotado. En este caso Anibal escondió al ejército entero en una colina aprovechando un día de niebla y atacó a los romanos en el camino estrecho que separaba dicha colina del lago Trasimeno. Los romanos no pudieron siquiera formar en orden de batalla. El resultado fue la victoria total cartaginesa y otro gran desastre para Roma.

Tras esta segunda batalla empieza la leyenda de Anibal. Los romanos no estaban acostumbrados a tanta añagaza. Para ellos las batallas debían ser ejército contra ejército, midiendo simplemente el más fuerte. Las tácticas de engaños de Anibal les traen de cabeza y se empieza a instalar la sensación de miedo y la idea de invencibilidad del cartaginés. Con gran esfuerzo reclutan nuevas legiones entre ciudadanos y aliados pero esta vez tienen cuidado de no malgastarlas. No les queda mucha más capacidad humana para enfrentarse a Anibal. 

Roma nombra a un dictador: Quinto Fabio Máximo, que emplea la táctica de hostigar al ejército cartaginés y dificultarle la logística pero sin enfrentarse a ellos. La idea es ir minando su capacidad de lucha. Los romanos juegan en casa y a Anibal le resulta muy difícil mantener alimentados a decenas de miles de soldados muy lejos de sus bases logísticas. Esta táctica tiene cierto éxito y obliga a Anibal a luchar por su logística en vez de emplear sus recursos directamente contra los romanos. Dentro de este esfuerzo los cartagineses llegan a la llanura de Cannas (el puntito rojo en el mapa de abajo) donde conquistan un puesto logístico romano que les permite pasar el invierno alimentados y tranquilos. Esta segunda fase de la guerra termina en tablas pero con cierta ventaja para Roma, que ve a su enemigo perder fuerza cada día. 

Situación de Cannas dentro de Italia
Situación de Cannas dentro de Italia

Durante el invierno, el ejército de Anibal descansa mientras los romanos quitan al dictador del mando del ejército. Ten en cuenta que el concepto de dictador en Roma no era el que tenemos hoy día, sino que era un cargo excepcional dentro de su sistema político normal. Eligen dos nuevos cónsules que son los comandantes en jefe de su ejército: Lucio Emilio Paulo, miembro de una de las familias aristocráticas de más renombre en Roma y Cayo Terencio Varrón, un recién llegado a la nobleza romana. Las tácticas que había empleado el año anterior Quinto Fabio Máximo les llevan a pensar que Anibal está muy debilitado y ahora sí es el momento de juntar el mayor ejército posible, enfrentarse a los cartagineses y aniquilarlos. 

Hasta aquí he corrido mucho en el relato y me he saltado cosas interesantes. Creo que era necesario dar algo de contexto, pero llegando rápido a la batalla. Pero antes de entrar en Cannas te tengo que hacer también un resumen de cómo eran las batallas en la antigüedad.

Las batallas en la antigüedad

Lo primero que quiero contarte es que no se parecían nada a lo que el cine moderno muestra. En cualquier película o serie habrás visto ejércitos compuestos de masas de personas que se entrelazan entre sí. En estas representaciones cada soldado lucha con los enemigos que encuentra por delante chocando las espadas -chin chin-. Nada más empezar la batalla todo el mundo está mezclado y la lucha la gana el más valiente y con mejores principios. Las espadas sirven para chocarlas y los escudos duran poco porque parece más una clase de esgrima en un hospital psiquiátrico que otra cosa. La mayoría de los perdedores mueren en la batalla y cuando el ejército vencedor se ha quedado sin enemigos es cuando se proclama la victoria.

Pues todo mentira. Vamos a formular unos principios fundamentales que debes de saber. Son válidos para el periodo de la Roma republicana que estamos contando, pero en cualquier otro momento de la antigüedad clásica sería muy parecido:

La formación lo era TODO. El ejército romano tenía su formación en líneas. Cada línea se dividía a su vez en varias filas. Lo he simplificado porque no quiero liarte con los manípulos, pero la esencia era esa. Esas líneas eran sagradas y jamás se rompían voluntariamente. Nadie se adelantaba a la persona de su lado porque hubiera significado su muerte. Eran tan importantes que cuando no estaban en campaña, los soldados romanos ensayaban la formación en el Campo de Marte. Todo estaba ordenado y coordinado. En las primeras filas colocaban los más pobres de la legión que no se podían permitir un equipo pesado (Vélites). Estos se solían escabullirse entre el resto de la legión una vez habían lanzado todo lo que tenían a mano contra el enemigo. Luego venían las filas de infantería pesada. Normalmente por orden de antigüedad. Los más nuevos delante (Asteros), luego los experimentados (Príncipes) y los más veteranos detrás (Triarios). 


Cada una de estas líneas a su vez se componía de distintas filas que se iban apoyando unas a otras.  La única fila en contacto con el enemigo era la primera. El resto servían para cubrir bajas o matar a los enemigos que se habían colado por detrás de esa primera fila. Cuando las filas de Astarios estaban cansadas o muy castigadas, eran reemplazadas por la siguiente línea, esto es, las filas de príncipes. A su vez estos podían ser reemplazadas por los triarios y vuelta a empezar.

El arma fundamental del legionario romano era el escudo. Esa fila de legionarios que entraba en contacto con el enemigo lo hacía empujando con su escudo. Nunca intentaban chocar sus espadas. Los escudos de un ejército chocaban con los de otro y se producían una serie de empujones que iban haciendo avanzar o retroceder cada fila y con ella cada línea. Si estos empujones desequilibraban a uno o varios enemigos y perdían la protección de su escudo eran acuchillados en el acto. Si un enemigo caía al suelo en medio de una embestida, la fila atacante pasaba por encima y era acuchillado por la siguiente. 

La espada corta romana o Gladio la tenemos que ver más como una navaja larga. Servía para pinchar a todos esos enemigos que no estaban bien protegidos con sus escudos. No se usaban para chocarlas como en las películas y tampoco para dar espadazos de arriba hacia abajo. Su función era clavar la punta en el enemigo para dejarlo fuera de combate. 

Es importante entender que dentro de la formación, un legionario romano necesitaba 1 metro cuadrado a su alrededor para poder luchar. Si los otros legionarios a sus lados estaban demasiado lejos, el enemigo podía aprovechar el hueco para acuchillarle por el lateral y si estaban demasiado cerca era incapaz de utilizar el gladio y el escudo: es imposible usar las armas si estás apretado como en una discoteca un sábado. Este detalle será importante a la hora de entender Cannas.

Así una batalla se componía de una serie de embestidas a empujones de cada uno de los ejércitos buscando desgastar lo más posible las filas del otro hasta llegar a un punto de ruptura. Este punto de ruptura se producía normalmente cuando uno de los dos perdía la formación y entraba en caos. 


El escudo de la foto tiene un diseño algo posterior a los hechos. Es del periodo imperial. En la época republicana eran un poco más ovalados, pero la esencia es la misma.

Esta representación de un legionario me parece bastante buena para el periodo republicano. Lleva cota de malla (lorica hamata) para intentar frenar los pinchazos del enemigo. Fíjate en el tamaño del escudo. Tenía que proteger hasta la altura de los ojos. La lanza que lleva se llamaba Pilum y servía para lanzarla al enemigo antes del choque, que se clavara en sus escudos y por el propio peso de la lanza los dejara inutilizados. Si mataba alguno por el camino, mejor, pero la idea era desarbolar la primera línea de escudos. El casco, del tipo llamado montefortino lleva unas crines de animal para hacer parecer al legionario más alto e intentar asustar al enemigo.






De todos modos ten en cuenta que durante la segunda guerra púnica el ejército romano aún estaba formado por ciudadanos, no por soldados profesionales. Estos ciudadanos se pagaban su propio equipo, así que la imagen de un soldado romano, sospecho, podía ser bastante heterogénea.

Las batallas se decidían antes de que la mayor parte de las muertes hubieran ocurrido. Como decíamos antes, tras varias rotaciones de las líneas de uno de los ejércitos, se producía un evento de ruptura. Este evento podía producirse por el desgaste de alguno de los ejércitos, por la desorganización dentro de la formación o por una sensación de pánico que invadía a los combatientes. Normalmente solía ser por una mezcla de las tres. En un momento dado una parte importante de uno de los ejércitos intentaba huir de la batalla y arrastraba a los demás. En ese instante terminaba la lucha y empezaba la matanza. El ejército ganador, todavía con su formación organizada, perseguía a los que huían y los mataban uno a uno. Si conseguían escapar corriendo de la infantería pesada, la caballería les daría caza. Pocos soldados conseguían escapar de una huída. 

La caballería, aunque escasa y ligera, tenía un papel relevante en las batallas. Era escasa porque pocos podían permitirse un caballo y menos aún arriesgarlo en la guerra. Además no se usaba como en el medievo. Durante la edad media, en buena parte de Europa occidental, la caballería pesada fue el arma principal de los ejércitos y las batallas se decidían en grandes cargas de caballeros acorazados. Pero la caballería romana no funcionaba así. En época romana aún no se había inventado el estribo, con lo que gobernar un caballo era mucho más complicado e incómodo. Desde luego, sin estribo, un choque de caballería o simplemente intentar golpear a un infante con un caballo es dificilísimo. En realidad hay muchas cosas que no sabemos sobre cómo empleaban en aquel tiempo la caballería, pero se cree que la usaban como una especie de infantería rápida y maniobrable, esto es, como complemento a la infantería pesada. Las decurias de caballería romana o cartaginesas se desplazaban por el campo de batalla de forma rápida, aunque lo más lógico es que llegado al punto donde querían luchar, echaran pie a tierra. 

Una buena unidad de caballería podía sortear la línea enemiga por los lados y caer por la retaguardia, arruinando así toda la organización de batalla del otro. El problema es que el enemigo solía tener también caballería que mandaba a tapar la zona por la que le estaba creando peligro su adversario. De este modo, casi siempre, la caballería propia tenía que terminar con la enemiga antes de ser relevante para la victoria. 

En general en las guerras púnicas Roma siempre tuvo problemas con su caballería. La cartaginesa era normalmente mejor. Con mejores jinetes, caballos y entrenamiento. Esto también será un factor importante en Cannas.


Es hora de publicar esta parte y empezar a escribir sobre la batalla propiamente dicha en una nueva entrada.



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JuanRa Angulo
Escribo cosas raras para gente aburrida.